.- DEL PERIODISMO A SU EJECUCIÓN

Por: SAUL HERNANDEZ

SIN DUDA el ejercicio periodístico en nuestro país sigue siendo una labor de alto riesgo y el hecho de que a menos de un mes del presente año ya existan tres compañeros más que han sido ultimados es muestra del grado de violencia que vivimos, así como la impunidad en que vivimos y de una justicia laxa, donde se ha dicho que en nuestro país hay más compañeros muertos que en una guerra, así las cosas.

Es por demás señalar que hay de todo en este ejercicio, donde muchos abrazados con su derecho de decir las cosas, se creen analistas o periodistas, lo cierto es que hay muchas cosas que se ignoran en este ejercicio, tanto del nivel de autoridad, como el de la búsqueda de una verdad, donde ésta a muchos incomoda, sobre todo a la clase de poder o mejor dicho a quienes ostenta ese poder, llámese económico o político o los dos, según sea el caso.

Un aspecto que sin duda llama la atención es que ni las aseguradoras tienen registrado el rubro para favorecer la actividad periodística, por considerarla de alto riesgo y sin garantía, según ellos, por otro lado también se dice que son las autoridades locales o políticos locales los que más atentan contra el ejercicio periodístico y no es raro, precisamente porque es lo que se palpa todos los días.

Lo anterior sumado a las muchas malas condiciones que padece el sector, como aquella de que no te pagan si la nota no aparece publicada, llámese radio, televisión o prensa escrita, eso tomando en cuenta que el pago es mínimo, ya que el ejercicio profesional en materia académica existe, no así en el rubro laboral, donde el reportero encabeza la lista de oficios y el trabajo que desarrolla éste pocas veces es valorado, en especial por la sociedad y que debido a los intereses políticos y económicos, debido a la mala paga el ejercicio se va pervirtiendo, donde a final de cuentas muchos se limitan entre dar a conocer una información o callarla, bajo le interés personal, donde la autocensura es peor que la censura, por el hecho de los valores e intereses de quien escribe, sobre todo en una sociedad donde la autoridad no ofrece ninguna seguridad al ejercicio, ni empresa de medios que pueda brindar una mejora en la calidad de vida de su trabajador, donde se carece de garantías laborales e inclusive de atención a la salud, ya no digamos otras cosas que empresas brindan a sus trabajadores, repito, por las malas y viejas prácticas, así que de entrada de manera académica  hay ese valor, pero en su ejecución laboral, no, el asunto es difícil de medir, controlar y garantizar, precisamente porque el periodista se encuentra en la línea de fuego, misma que es muy delgada y se da dentro del ejercicio de la tentación económica, normalmente y en el interés de trascender, que es otra cosa.

Otros muchos aprovechan las plataformas en que se encuentran, en especial la radio o la televisión, ya que muchso de los presentadores o locutores o periodistas, también se han ejecutado dentro de las entrañas del poder a su conveniencia al grado que muchos de ellos no sólo ostenta influencias, sino poder económico con sendos negocios, por lo tanto el ejercicio periodístico se encuentra más allá de esa condición, que ya puesta en la balanza sin duda la parte que indigna es la que sale a luz pública, como el abuso, la tortura, la delincuencia, el enriquecimiento ilícito, entre otras actividades que hoy por hoy se han convertido muy lucrativas, en especial de los que ostentan el poder.

Muchos políticos o pseudo políticos son de piel muy delgada y creen que por ostentar un cargo, que además de paso, pueden hacer lo que les venga en gana y eso no es así, aunque muchos también asegura ser extorsionados por los mismso medios, pero si se ejecutarán de manera transparente otra cosa sería.

Para muchos medios afirman que los aplausos cuestan pero el silencio, cuesta más y hoy que se viven tiempos bastantes violentos, esta situación toma gran relevancia y es ahí donde se encuentra esa delgada línea de lo que se quiere o no decir o bien de lo que se debe o no, que es otra cosa.

Las condiciones laborales que no son muy buenas hacen aún más difícil la situación, donde dueños de empresas o directores e incluso jefes de redacción obligan al reportero a ejecutarse como tal, donde también éstos se convierten en vendedores de espacios y no precisamente en reportar de manera objetiva lo que sucede, complicando así lo visto en un hecho, generando por esa necesidad complicidades, donde hay algunos que avanzan y hay otros que simplemente se quedan en la orilla.

Y con todo ello, siempre será lamentable la pérdida de la vida de un compañero, muy independientemente las causas, porque es un ejercicio noble y que muchas de las veces se minimiza, dado que no sólo se lesiona al reportero, sino a su familia y a la sociedad en general. porque siempre, con todo, se abogará por una verdad, de eso nunca habrá dudas.

Y ya dije.