.- Ante la crisis urgen cultura financiera
.- Incumplen ediles su palabra de dinamizar la economía local
Por: SAUL HERNANDEZ
EL ASUNTO de la inflación es cosa seria, aún cuando al parecer la sociedad mexicana ya se acostumbró a los reveses recibidos al inicio de cada año, con la llamada “cuesta de enero”, mientras agarra forma para enfrentar los retos del año, así las cosas, pero también vale observar sus efectos directos y colaterales, entre esos se encuentra que al encarecerse la calidad de vida, por ende, se genera más pobreza, ello respaldado por la falta de empleo y oportunidades generando otros fenómenos más agresivos como el robo en todas sus formas o bien arrojando a la sociedad a las fauces de la delincuencia, en especial a los jóvenes, que organizada o no, sigue su marcha sin que se le ponga un alto y con ello se genera un grave círculo vicioso del cual no hemos podido salir.
Hoy por hoy el encarecimiento de los productos, en especial de la canasta básica también los hace inalcanzables, donde el aumento histórico que a presumido el Presidente al salario mínimo ha sido simplemente rebasado porque no responde al poder adquisitivo para comprar productos, que sumados también con el aumento de los servicios, pues se hace un serio coctel de aumentos que es imposible sostener.
Lo peor es que se presume que con la dotación y apoyo de programas sociales se ha podido apoyar a dos millones y medio de personas, que ante un promedio de 120 millones de personas que estamos en México es apenas el 2 por ciento, es decir, nada, peor aún frente a casi 50 millones de pobres y 10 millones más que se sumaron a la pobreza extrema, entonces tenemos que no hay mucho que presumir.
El Presidente insiste bajo cualquier argumento que es culpa del pasado y que él y su administración es diferente, pero vale recordar que esa diferencia también se refleja en la panza y no sucede así, qué se puede hacer con un salario mínimo de 173 pesos, frente a un kilo de pollo que raya en los 110 pesos, o un pan blanco que cuesta 2.50 pesos la pieza, o un kilo de tortilla que rebasa ya en algunos lugares los 20 pesos, eso por decir lo menos y lo más común, donde el Presidente al igual que sus antecesores tampoco salen al mercado ni preparan los alimentos, por ello quizá están lejos de una realidad actuante que padecen, repetimos millones de mexicanos.
Ahora bien aquí también vale recordar el compromiso y palabra de los alcaldes que están en las presentes administraciones que se comprometieron a dinamizar la comercialización de lo local, situación que podría ser muy aprovechable para aquellos municipios semi urbanos, que aún pueden y gozan de productores en pequeño y de comercios familiares, pero que al parecer se les han cerrado las ideas y éstas sólo fueron palabras al aire, principalmente ante un hecho provocado por la pandemia que obligó al cierre de muchos comercios y a la paralización económica así como a la caída del empleo, pero que a la fecha no han hecho nada al respecto, eso sólo es muestra de su valemadrismo o de su incapacidad y de la falta de ideas de sus directores de desarrollo económico que no atinan ha hacer algo más por la sociedad.
Y ya no digamos en materia de servicios, que también están las cosas en situación de riesgo y peor aún cuando se han dejado de brindar asesorías para la implementación del autoempleo o capacitación en la transformación de alimentos con alto valor nutrimental de bajo costo y de gran utilidad para la sociedad.
Aseguraba un economista que ante la crisis lo mejor es la administración, es decir, dejar de consumir cosas que no tienen interés general y que dichod recursos ahorrados sirvieran para poder contener los embates de la crisis, sin embargo, la educación y cultura financiera aún es algo que está muy lejos de la situación popular, porque sin duda también hay mucho desperdicio en muchos rubros, y no se trata de ser comparsa de la austeridad del Presidente, sino el de ejecutar una administración efectiva que nos permita transitar situaciones como las que vivimos.
Así que la tarea para la autoridad crece y se amplía, lo malo de ello es que al parecer dicha autoridad sigue chata, sin oler ni darse cuenta de su papel preponderante en la guía de la mejora en la calidad de vida de la población, que es para lo que se eligieron y para lo que la sociedad les brindó su confianza para poder hacer más, pero eso no sucederá si siguen bajo ese rubro de no interesarse por la sociedad en ninguna de su partes y ejecuciones, desafortunadamente.
Y ya dije.