La razón siempre ha existido, pero no siempre de una forma razonable”. Karl Marx.


Haciendo honor al espacio, donde se contrastan y convergen ideas, hoy la pluma cede a la participación de Sonia Jiménez Armendáriz, quien comparte de forma vehemencia su perspectiva sobre el movimiento transformador del humanismo mexicano, su implantación, desarrollo y visos a futuro.


Construir un nuevo territorio. Una nueva casa; requiere, pienso yo, inventarnos en el infinito.
Oponerse a ser dirigidos en la falsa percepción del marketing que conduce el impulso general hacia el abismo de la manipulación por poseer, ganar, someter; nos establece en la legítima rebeldía al pensamiento neoliberal. Damos paso así, a la posible creación de nuevas relaciones con el entorno. Comprendiéndonos como parte de todo y responsables de cuidar y compartir.


Hurgar hacia la profundidad del pensamiento crítico y del estudio político que nos permita ascender a la base social con una mejor explicación del mundo, nos faculta para no despegarnos de la realidad que grita la deuda histórica pendiente de pagar con amplios sectores del país.


Para no olvidar que falta mucho por hacer, que las contradicciones están allí a la vista de todos. Que cada columna que sostendrá la ideología del humanismo mexicano debe contar con la congruencia de todas y todos. Los principios, no negociables, nos enfrentarán a situaciones que probarán la capacidad política para convencer y transformar avanzando en la revolución de las conciencias.


Sembradores de ideas. No necesariamente nos propone cosechadores. Pero sí, responsables de que éstas caigan en campos fértiles. Dando continuidad a la profundización de la transformación. Para hacernos cargo de que las malas yerbas de la corrupción, el influyentismo y la simulación sean arrancadas apenas sean percibidas.


Nadie, en éste camino tan nuevo, tan lleno de accidentes, intente regresar a la vereda fácil del engaño. Nadie pretenda abusar de la necesidad de las personas, porque cuando lo haga, dejará claro que no cree en la libertad. Que su casa es la vieja derruida en la que sólo la muerte habita. Que en donde se busca el poder mientras se promueve el sometimiento de los más humildes, la mentira y la injusticia son las carnadas para generar percepciones falsas de apoyo, manteniendo como víctimas a quienes se domina mediante el asistencialismo.


El mundo que queremos transformar canta libertad. En la libertad no existen señores y siervos. Caminemos pues, sin bajar la mirada, abriendo brecha al movimiento; que, por mucho tiempo, seguramente, no estará dispuesto a detenerse.

Leave a Reply

Your email address will not be published. Required fields are marked *