.- Sociedad a  la deriva ante insensibilidad gubernamental

Por: SAUL HERNANDEZ

AL PARECER los tres niveles de gobierno, federal, estatal y municipal, si están viendo otros datos que no concuerdan con lo que se dice en materia de efectos causados por la pandemia del Coronavirus, donde se ha llegado a un punto crítico con respecto a los decesos que en los últimos días llegó a registrar los 532 al día.

Y sus números alegres se debe, según ellos, a que no existe saturación de hospitales, y aquí algunos datos ya que nuestro país ocupa el décimo cuarto a nivel de contagios mundialmente, pero el quinto en decesos detrás de Estados Unidos, Brasil, India y Rusia, y donde el manejo de la pandemia la siguen defendiendo a capa y espada.

Obvio no van a reconocer su falta de atención, el problema es que no hacen más.

El zar de la salud, Hugo López Gatlle, señaló que esta cuarta ola como que ya se empieza a disminuir, pero sólo cómo que se cree, no que suceda y de plano la variante Ómicron ha sido más letal y mucho se debe al relajamiento de las medidas sanitarias y protocolarias, donde de plano ya no se hace nada, situación a la que le hemos dado seguimiento, donde los tres niveles de gobierno siguen demostrando o falta de capacidad o de ingenio para realizar acciones que le ayude a la sociedad a enfrentar tal situación.

De igual manera diremos que el Coronavirus ha venido impactando en todos los aspectos y en todos los rubros, siendo la economía una de las partes más preocupantes, donde se hablaba de número alegres en materia de crecimiento nacional, esto allá por el mes de noviembre del año pasado, porque hoy las nuevas estimaciones y de acuerdo a la inflación, tenemos que ese crecimiento se calcula que será tan sólo del 2.6 por ciento y eso a reserva de que baje aún más si el asunto de la inflación no se controla.

Si bien la economía es un tema, diremos que la salud hoy por hoy se vuelve prioritaria y pese a las afectaciones, la autoridad sigue defendiendo su estrategia, donde por ejemplo el sector educativo seguirá bajo la misma condición y así otras tantas actividades diarias como el transporte público o centros de consumo.

Tales números siguen dando muestra del mal manejo de la pandemia y de la poca sensibilidad de la autoridad para asistir a la población, pero también se aboga a que la sociedad haga su parte que esperemos suceda a menos que tampoco les importe mucho la muerte de sus seres queridos.

Esta situación y el protocolo que se maneja con las defunciones nos han estado encaminando a una normalización de la muerte, que sumada con la inseguridad, nos genera otra forma de condicionar la vida, que ante los efectos, quizá muchos no piensan en trascender y sí ser parte de la inmediatez algo que sin duda también a afectado a la sociedad en su deseo de superación.

Se supone que nuestra mejor apuesta para ello son los jóvenes, pero debido a las circunstancias y a los cambios de valores en muchos aspectos, tales como la permisibilidad que ha existido, ahora esa autonomía no va encaminada a la mejora del individuo, sino a tener condiciones de visión corta y a poco espacio, por lo tanto esa normalización de la muerte no sólo nos acerca a otras condicionante sociales y morales, sino a la poca visión de jóvenes que también se encuentran a la deriva y en el abandono de una autoridad, peor aún, de sus propios familiares que es lo más grave y que se observa esa descomposición social, donde la apuesta a la reconstrucción de un tejido social ha sido letra muerta desde hace ya tiempo y debido a esa insensibilidad gubernamental que sumada con la incapacidad demostrada, pues tenemos condiciones sociales muy agrestes.

Esas situaciones hacen más díficles la aplicación de una cultura de la prevención en todos los aspectos, por lo que los cambios aún se antojan lejos y difíciles, mientras no se asienten esas condiciones, sobre todo de credibilidad y confianza.

Y ya dije.