La dignificación del pueblo en tiempos de la Cuarta Transformación
Por: Alfredo Elizarraras
Como lo he mencionado anteriormente, dentro de la Cuarta Transformación, ahonda uno de los principios más elementales del movimiento: “la dignidad humana”. Hecho, que implica la necesidad de darle su bien merecido lugar al pueblo.
Aunque, debemos considerar que ello no solamente debe manejarse en el ámbito discursivo, al contrario, se debe demostrar en las acciones. Así como todo aquello que buscamos volver tangible. Ya que, de ser de lo contrario, solamente estaremos llevando de manera idealizada, todo aquello que el presidente nos ha enseñado a lo largo de su carrera como activista social y filósofo político.
No fueron de a gratis, todos esos años que AMLO luchó en contra de la mafia el poder: Ni qué decir de su coherencia y equilibrio puestos entre sus palabras y acciones. De ahí que, pese a que durante muchos años fue investigado, espiado y perseguido, no encontraron nada que lo dejara en contradicción. Al contrario, los ataques de la derecha se limitaron a la burla clasista y por demás, palabrería barata. La coherencia que llevó durante tantos años entre su discurso y sus acciones, fueron aquellos que le dieron la credibilidad de su pueblo, para convertirse en el presidente más poderoso de toda la historia de nuestro país.
Sin embargo, dicha coherencia no es sencilla de alcanzar, puesto que, para ello, es fundamental mentalizarse y mantener a raya nuestras pasiones más simples y por demás el auto boicot. Dejando atrás el fanatismo por el poder y el amor por el dinero. Eso le permitió a nuestro presidente, utilizar esa energía en la construcción del humanismo mexicano y gobernar con amor para su pueblo. Es quizás, la mayor de las enseñanzas que pudimos aprender de él, a quién no dejaré de considerar como el padre del relevo general de la política mexicana. Ya que él, aunque estuvo en el poder, jamás se dejó corromper por el mareo de poder.
Ni que decir de su constante lucha por alcanzar la justicia social.
Ahora bien, la dignidad humana, la coherencia entre nuestras palabras y acciones, solo son una parte, dentro de esa gran complejidad política llamada “Cuarta Transformación”. También van de la mano, la constante capacitación, el análisis de nuestra coyuntura política y otros valores igual de importantes, tales como la honestidad, la lealtad, la colectividad, etc.
No se puede decir seguidor de la Cuarta Transformación, aquel que ve como empleados a todos, ni mucho menos, quienes solo buscan un fin personal, en los actos sociales. Al contrario, el egoísmo, la ambición, el autoritarismo y la deshonestidad son el reflejo de una falta de entendimiento de aquello que AMLO nos mostró con sus acciones.
Imagina lo incoherente que podría ser, que una persona diga, por un lado, el clásico “por el bien de todos, primero los pobres”, mientras que en su núcleo social inmediato le miente a la gente y ve al pueblo, como mero botín político. Ni que decir de aquellos que por un lado portan una playera de AMLO, al mismo tiempo que se venden a la derecha y buscan posicionarse simplemente para ganar dinero y tener poder político.
Y curiosamente, aunque no lo crean, el asentamiento de la Cuarta Transformación en nuestro México sigue en proceso y ese relevo generacional que no tiene que ver con la edad, sino con el cambio de consciencia tanto a nuestro interior, como hacia el exterior, aun dista mucho de completarse al 100%. No por un mero capricho mío, sino por tantos años que nos gobernó la derecha, al punto de convertir su moral corrupta y autoritaria en algo en una herencia para muchos.
Sin embargo, es importante que las nuevas generaciones se empoderen y con plena capacitación política, se conduzcan con amor y honestidad. Además de, siempre tratar con dignidad y respeto al pueblo de México. Ya que, las nuevas generaciones tiene consigo, la gran encomienda de mejorar las condiciones de nuestro querido México.