Por: Fernando Lira Flores *

Una perspectiva filosófica de la enseñanza del siglo XXI para favorecer el aprendizaje de los estudiantes.

Hoy, en este artículo del Ser y la Nada, les saludo, espero y deseo que se encuentren bien.

En esta disertación filosófica se muestra la perspectiva de la enseñanza del siglo XXI, a partir de favorecer el aprendizaje en los estudiantes con el fin de tener una representación diferente de la educación en este siglo.

Continuamos…

Para comenzar podemos indicar que, en el siglo XXI, el panorama educativo se ha transformado de manera significativa, debido al avance tecnológico, los cambios socioculturales y las demandas de un mundo globalizado y mundializado que ha sufrido una disrupción significativa.

En este contexto, los docentes se enfrentan al desafío de adaptar sus procesos y métodos de enseñanza al aprendizaje de los alumnos, con el fin de favorecerles en lo educativo, social y laboral.

Esta disertación o abstracción de corte filosófico, pretende explorar, como los profesores del siglo XXI podrían abordar esta labor profesional desde una perspectiva que integra tanto la filosofía educativa como con las necesidades y características de los estudiantes contemporáneos.

Por lo anterior se abordarán los siguientes aspectos:

El primer aspecto es el cambio de paradigma educativo.

Podemos indicar que, el nuevo paradigma educativo del siglo XXI, se aleja completamente del modelo tradicional centrado en el docente, dando cabida al paradigma centrado en el estudiante; así pues, la enseñanza ya no se trata solo de transmitir información, sino el desarrollar las habilidades críticas, creativas, tecnológicas y sociales que preparan a los alumnos para enfrentar los desafíos del mundo actual.

Otro aspecto crucial, es el rol del docente como facilitador de información y generador de conocimiento

En esta nueva etapa del paradigma educativo, el profesor se convierte en un facilitador de la información para poder generar conocimiento en los alumnos.

Esto es, en lugar de ser el poseedor exclusivo del saber, el docente del siglo XXI guía y da significación de la información y el aprendizaje, para que el alumno descubra y fomente su curiosidad y su pensamiento crítico.

Por ende, el profesor se ha convertido en un mediador entre el curriculum, los planes y programas de estudio, la información y la práctica socio educativa laboral que conecta las experiencias y contextos de vida de los estudiantes.

En tercer punto, la personalización o el aprendizaje situado.

Aquí, cabe hacer mención que no solo se deben trabajar, conocer e implementar para la enseñanza los diferentes estilos de aprendizaje, intereses y ritmos; sino el proceso de aprehensión de la realidad, mediante el cual se integra un nuevo conocimiento de manera activa en el contexto específico, donde ese conocimiento debe ser aplicado.

Por lo tanto, el docente del siglo XXI se da a la tarea de reconocer la diversidad y adopta estrategias para personalizar el aprendizaje, utilizando sistemas y métodos variados, versátiles y significativos de enseñanza, implementando las tecnologías educativas y de información; así como las evaluaciones formativas, para adaptar su cátedra a las necesidades individuales de los alumnos y promover el fomento de un aprendizaje significativo y trascendental.

Otro punto importante lo es el desarrollo de habilidades socioemocionales

Además de transmitir conocimientos académicos, el docente del siglo XXI se enfoca en el desarrollo de habilidades socioemocionales (habilidades blandas), que fomenten los valores como la empatía, la comunicación efectiva, el trabajo en equipo y la resolución pacífica de conflictos.

Aquí se reconoce el bienestar emocional de los estudiantes como base fundamental para un aprendizaje óptimo sociolaboral y, por lo tanto, integra prácticas que promueven la salud mental y el sentido de pertenencia en el aula.

Como último punto que se considera de vital importancia lo es la ética perso profesional del profesor del siglo XXI

Aunado a esto, cabría destacar que el docente del siglo XXI, debe adherirse a una ética profesional que valore la equidad, la inclusión y el respeto por la diversidad: así como también, la responsabilidad profesional y el compromiso laboral acorde al puesto que desempeña.

Para ello, debe reconocer no solo las diferencias culturales y profesionales, sino las habilidades en el aula, que le permitan generar y desarrollar ambientes de aprendizaje adecuados y pertinentes, en los que cada estudiante se sienta valorado, apreciado, seguro de que la escuela satisface sus expectativas a futuro, dando certeza en el aprendizaje logrado, mediante el profesionalismo del profesor.

Recuérdese entonces que la enseñanza en el siglo XXI, exige una transformación filosófica y laboral de la profesión docente, tanto en la forma en que se concibe el proceso educativo; y en donde, los docentes deben adoptar un enfoque centrado en el estudiante, personalizar el aprendizaje, desarrollar habilidades socioemocionales y adherirse a principios éticos sólidos de su profesión, y al hacerlo el alumno se sentirá preparado para enfrentar los retos socio educativos y laborales que les permitan salir adelante en su vida personal.

Les dejo con la siguiente cuestión:

¿Será imperante cambiar la forma de aprender o de enseñar para satisfacer las necesidades presentes y futuras de la educación y formación de estudiantes en nuestro país?

Hasta el siguiente comentario del Ser y la Nada.

*Administrador de Baldemart y Asociados S.C. y docente desde bachillerato hasta posgrados en diversas instituciones educativas públicas y privadas.

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