Por: Fernando Lira Flores *
La evaluación formativa: importancia y beneficios en el proceso de enseñanza y aprendizaje
Hoy, en este artículo del Ser y la Nada, les saludo, espero y deseo que se encuentren bien.
En los Consejos Técnicos Escolares (CTE), se ha abordado el tema de la evaluación formativa, lo que ha causado revuelo entre docentes, directivos y supervisores.
La evaluación formativa es un proceso esencial en el ámbito educativo para mejorar el aprendizaje de los estudiantes.
A diferencia de la evaluación sumativa, la cual determina el nivel de logro alcanzado al final de un período o ciclo escolar, la formativa se centra en el proceso de aprendizaje, brindando retroalimentación oportuna y continua a partir de la intervención docente e impulsar el desarrollo de los estudiantes.
Continuamos…
Se entiende, grosso modo, a la evaluación formativa como un proceso, que involucra la recolección de evidencias del acto educativo; así como la retroalimentación constante, con el fin de monitorear el progreso de los estudiantes durante todo el proceso de aprendizaje.
Según Black y Wiliam (2009), la evaluación formativa se basa en la intervención y retroalimentación efectiva, así como la autorregulación del estudiante
Pero ¿por qué es importante la evaluación formativa?
Porque desempeña un papel crucial en el proceso educativo por diversas razones. Algunas de ellas serían:
Busca la mejora del aprendizaje, al proporcionar retroalimentación y orientación mediante la intervención, regulando, especificando y construyendo y reconstruyendo el conocimiento; permitiendo a los estudiantes identificar sus fortalezas y áreas de mejora, lo que promueve un aprendizaje más profundo y significativo como lo mencionan Hattie y Timperley (2007)
Orienta a la enseñanza, que da directrices al maestro respecto del progreso y las necesidades de los estudiantes en su formación, permitiendo ajustar sus estrategias de enseñanza y adaptar el currículo para satisfacer las necesidades individuales de los discentes, esto considerando lo leído en Sadler (1998).
No menos importante, tenemos lo que Nicol y Macfarlane (2006) indicaban al respecto, que esta evaluación, capacita a los estudiantes para ser más conscientes de su propio aprendizaje, a establecer metas realistas y a tomar medidas para mejorar su conocimiento; promoviendo con esto su responsabilidad y autonomía.
También, la evaluación formativa ofrece diversos beneficios, como:
La identificación temprana de dificultades de aprendizaje y la detección de áreas en las que los estudiantes pueden estar experimentando dificultades, y esto permite intervenir y brindar apoyo adicional de manera oportuna por parte del docente.
Otro aspecto fundamental es el incremento de la motivación y la autoestima. Considerando a Black y William (1998), la evaluación formativa es positiva y constructiva, debido a que auxilia a los estudiantes a desarrollar una mayor confianza en sus habilidades y fomentar su motivación para seguir mejorando.
Indicamos que, la evaluación formativa, proporciona al profesor información esencial, para realizar ajustes en su planeación y diseño de lecciones, con apego a los intereses de los educandos, lo que permite la adaptación de estrategias de enseñanza para satisfacer las necesidades individuales y maximizar su aprendizaje.
Y todo esto, ¿cómo puede ser aplicado en el aula?
Veamos un ejemplo muy simple para ello.
Imaginemos una clase de matemáticas. en la que el docente desea utilizar la evaluación formativa para mejorar los resultados del proceso de enseñanza y aprendizaje.
Durante una lección, el maestro presenta un nuevo contenido temático, para que al término de éste los alumnos elaboren una serie de ejercicios prácticos.
En lugar de sólo calificarlos al final, y darle a conocer al alumno a través de un número los errores que se presentan; analiza los resultados y determina si deberá trabajar nuevamente con todo el grupo el tema; o implementará alguna estrategia con aquellos que obtuvieron bajos puntajes para favorecer el logro del aprendizaje.
Posteriormente, el maestro, organiza una sesión de discusión en grupo, donde los estudiantes explican cómo resolvieron los ejercicios y compartan su experiencia.
Durante esta actividad, el docente brinda orientación adicional, aclara conceptos erróneos y ofrece ejemplos anexos para apoyar el aprendizaje. Además, el profesor, los anima a autorregularse, establecer metas y planificar acciones específicas para mejorar sus habilidades matemáticas.
En este ejemplo, la evaluación formativa se utiliza como un proceso de intervención continua y orientación personalizada, permitiendo que los estudiantes identifiquen sus fortalezas y debilidades, realicen ajustes y avancen hacia una comprensión más sólida del tema.
En conclusión, la evaluación formativa desempeña un papel fundamental en el proceso de enseñanza y aprendizaje, al permitir el transcurso de la intervención continua, mejorando tanto los resultados de los estudiantes, como la práctica docente.
Hasta el siguiente comentario del Ser y la Nada.
*Administrador de Baldemart y Asociados S.C. y docente desde bachillerato hasta posgrados en diversas instituciones educativas públicas y privadas.
Algunas referencias base de este tipo de evaluación las encontrarán en:
Black, P., & Wiliam, D. (1998). Inside the black box: Raising standards through classroom assessment. Phi Delta Kappan, 80(2), 139-144.
Black, P., & Wiliam, D. (2009). Developing the theory of formative assessment. Educational Assessment, Evaluation and Accountability, 21(1), 5-31.
Hattie, J., & Timperley, H. (2007). The power of feedback. Review of Educational Research, 77(1), 81-112.
Nicol, D. J., & Macfarlane-Dick, D. (2006). Formative assessment and self-regulated learning: A model and seven principles of good feedback practice. Studies in Higher Education, 31(2), 199-218.
Sadler, D. R. (1998). Formative assessment: revisiting the territory. Assessment in Education: Principles, Policy & Practice, 5(1), 77-84.
Wiliam, D. (2011). What is assessment for learning? Studies in Educational Evaluation, 37(1), 3-14.