La oposición y el miedo a la vejez
La gerontofobia, es aquel temor o malestar irracional en contra de personas de la tercera edad.
Sobre todo, es un sentimiento de repulsión, hacia todo aquello que se relacione de manera directa o indirecta con la vejez.
Es decir, aspectos tales como la muerte, la enfermedad, la improductividad y la inmovilidad, son los que, en su mayoría, suelen relacionarse con la vejez y están dentro de la mente de un gerontofóbico.
Más aún, si las personas de la tercera edad, suelen estar en situación de pobreza, o provenir de una comunidad indígena, ya que, la gerontofobia, combinada con la aporofóbia, terminan por hacer una mezcla explosiva, en la mente de quienes las padecen. Dando como resultado, denostaciones burdas, que, tan solo buscan humillar a quién van dirigidas, haciendo énfasis en su aspecto físico, edad y condición social.
De ahí que, un gerontofobico, suele pensar a las personas de la tercera edad, como gastos innecesarios que están ocupando un espacio que ya no les corresponde y consumiendo oxígeno que ya no necesitan.
Dicho sentimiento, por lo regular, suele darse en sociedades consideradas como “desarrolladas”. Ya que, una persona de la tercera edad, por lógica, no puede alcanzar el mismo ritmo productivo y laboral, que otra con menor edad o en plena juventud y, por ende, mientras mayor sea su edad, menor capacidad productiva tendrá y entre menos producción, menos valor social.
Lo anterior, visto desde el neoliberalismo.
Sin embargo, existieron sociedades a lo largo de la historia de la humanidad, que veían de otra manera a la vejez.
Esta, era más bien, sinónimo de sabiduría y conocimiento de la vida. Pensemos en el nuevo Testamento o bien, en aquellas sociedades existentes durante la prehistoria, en las cuales, si bien, muchas veces los adultos mayores no tenían la misma capacidad de cacería que los más jóvenes, la vejez en aquel entonces, se relacionaba de manera directa con el prestigio y el poder.
Sin embargo, en México, la oposición ha reducido el concepto de vejez, a un mero sinónimo de burla y desprecio.
Sinónimo que lejos de mostrar a una oposición integra, digna y ecuánime, la reflejan, como aquella oposición enferma y carente de luces.
Alejada de toda madurez política y de la cual, han surgido incluso deseos de muerte para el presidente, ya sea por contagio de COVID o algún problema de salud, relacionado íntimamente con la edad.
Sin embargo, lo más preocupante, es que esa oposición, llena de rencor, resentimiento y prejuicios, tan sólo busca el poder, para verter todas sus fobias, en el ejercicio de los cargos públicos.
¿O acaso ya olvidaron el controvertido spot de campaña de Ricardo Anaya, en el que se burlaba de Andrés Manuel y trataba de humillarlo por su edad?
O también, las constantes quejas de la oposición, cuando éste (Andrés Manuel), designó una parte del presupuesto para otorgar la pensión a los adultos mayores y que fue tal su molestia, que no solo votaron en contra de la asignación de dicho presupuesto, sino que además, trataron de boicotearlo y votaron en contra, de que se convirtiera en un derecho constitucional.
En pocas palabras, tenemos a una oposición en estado de descomposición, que no solamente arrastra el fantasma de la aporofobia, sino que, además, desprecia a sus adultos mayores.
Pero es un desprecio que solo va encaminado hacia aquellos adultos mayores que no pertenecen a un grupo de poder, ya sea político, económico o social.
Debido a que, mientras que, por un lado, van en contra de los programas sociales a los más pobres (incluyendo a los adultos mayores), irónicamente por el otro, mantienen secuestrada las políticas internas de sus partidos políticos y son ellos quienes se han encargado de perpetuarse en el poder.
De ahí, la importancia de mantener a la sociedad informada, con la vida pública de su país. Ya que, es a partir de la democracia participativa, que un país puede avanzar y volverse plenamente próspero.
Y es a partir de la información, cuando una sociedad, puede hacer una mejor elección, para que no tenga que lidiar, con una oposición, plenamente autoproclamada, enemiga del pueblo.