*Inconsistencias administrativas de la gestión de Armando Navarrete pusieron en riesgo el proyecto; la actual administración destraba la desincorporación del predio ante la legislatura.
NICOLÁS ROMERO, ESTADO DE MÉXICO. — El proyecto del Hospital Regional de Especialidades del Instituto Mexicano del Seguro Social (IMSS) en Nicolás Romero, considerado una de las obras de infraestructura sanitaria más importantes para la región, finalmente ha salido del estancamiento legal en el que permaneció durante más de cuatro años.
La obra, que estuvo a punto de ser cancelada o trasladada a otra demarcación, enfrentó una serie de obstáculos derivados de lo que especialistas y fuentes cercanas al cabildo califican como una gestión deficiente por parte del exalcalde Armando Navarrete y su entonces equipo jurídico.
El laberinto legal de la administración anterior
De acuerdo con los registros del proceso, la principal traba radicó en la impericia para gestionar el predio de dos hectáreas destinado al nosocomio. Las inconsistencias jurídicas, atribuidas directamente al entonces encargado de los asuntos legales y actual síndico, Felipe Martínez, entorpecieron los trámites ante la Legislatura Local.
El error técnico consistió en un fallo de procedimiento básico: el equipo legal intentó la desincorporación del terreno sin antes haber formalizado su incorporación al patrimonio municipal. Este vacío legal impidió que el IMSS tomara posesión del inmueble, dejando el proyecto en el limbo administrativo durante casi todo el cuatrienio pasado.
Gestión actual logra el consenso legislativo
En contraste con la parálisis previa, la reciente aprobación por unanimidad en la Cámara de Diputados del Estado de México para la desincorporación del predio marca un punto de inflexión. La gestión encabezada por la alcaldesa Yoselin Mendoza ha sido señalada como el factor determinante para coordinar los esfuerzos con los niveles estatal y federal.
Con este avance, se garantiza la certeza jurídica necesaria para que el IMSS inicie la construcción de una unidad con capacidad para 260 camas. La resolución de estos «vicios heredados» en apenas unos meses de la actual administración no solo asegura la permanencia de la inversión en el municipio, sino que pone fin a una etapa de incertidumbre que privó a miles de ciudadanos de un servicio de salud de alta especialidad.
Mientras los habitantes celebran el desbloqueo de la obra, el contraste entre ambas gestiones queda de manifiesto: lo que por cuatro años fue un proyecto abandonado por falta de voluntad técnica, hoy se encamina a ser una realidad tangible para el bienestar de las familias mexiquenses.
