Redacción

Jilotzingo, Edoméx.- Estamos preocupados por lo que pueda suceder con nuestro territorio, este no es un tema politíco, esta en juego nuestra tierra, nuestras familias y nuestros sueños, afirmó el Comisariado Ejidal, Eliseo Tovar.

Le pedimos a nuestro alcalde Raziel Chavarría, nos sigue apoyando con toda la fuerza y pedimos que las autoridades del gobierno del Estado de México, que dirije nuestra Gobernadora Delfina Gómez, nos ayude a garantizar la legitimidad de nuestra tierra.

Exigimos que Atizapán respete nuestros orígenes del Ejido de Espíritu Santo, como parte del municipio de Jilotzingo y nunca parte de Atizapán de Zaragoza, cuyo gobierno quiere hoy, equivocadamente, entrar a nuestras tierras, cuando ya se les acabó el espacio para crecer”, dijo el Comisariado Ejidal, quien explicó que el núcleo ejidal de Espíritu Santo está compuesto por 162 familias que suman en promedio más de 3 mil habitantes que votan y pagan sus servcios en Jilotzingo, aseguró.

Los ejidatarios de Espíritu Santo se pronunciaron nuevamente a favor que las tierras de este Ejido sean reconocidas en definitiva como parte del municipio de Jilotzingo, y rechazaron que el poblado de Rancho Blanco, cabecera de este Ejido, sea parte del territorio de Atizapán de Zaragoza, según lo demanda el Ayuntamiento atizapense.


Reunidos con medios de comunicación en el “Valle del Encanto”, a las faldas del cerro de Chiluca, los miembros del Comisariado Ejidal de Espíritu Santo ratificaron su postura en torno al “Diferendo Limítrofe” que viven actualmente los municipios de Jilotzingo y Atizapán de Zaragoza, en controversia por la jurisdicción de más de 200 hectáreas ubicadas en los límites entre ambos municipios.

“Todas las 1,270 hectáreas del Ejido de Espíritu Santo siempre han pertenecido al municipio de Jilotzingo, pues desde el principio nuestras raíces y nuestros orígenes son parte de Jilotzingo y nunca de Atizapán de Zaragoza”, estipuló el presidente del Comisariado Ejidal de Espíritu Santo, Eliseo Tovar Flores, quien resaltó que desde el nacimiento de este núcleo ejidal en 1925 y el subsecuente reparto agrario y resolución Presidencial de 1937, determinó, dijo, la pertenencia a Jilotzingo, según se desprende de la “carpeta básica” del reparto de tierras de la Hacienda de Bojay y los Ranchos Viejo y de Chiluca.

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