La chapuliniza contraataca
Por: Alfredo Elizarraras
Desde la comodidad de su sala, modesta en apariencia, pero enriquecida con la calidez de un hogar, siempre acudíamos con gusto, a las diversas invitaciones que Don Andrés nos hacía, para ver en su televisor, la diversidad de programas y análisis políticos sobre nuestro país.
Con una mirada puesta en las profundidades del cosmos, Don Andrés observaba detenidamente la reunión que la dirigencia de morena hacía en domingo. Su escucha era cuidadosa de cada palabra, cada idea. Nada escapa a su entendimiento ni mucho menos, a su capacidad para reflexionar sobre ello.
Lo notaba serio, distante, pero concentrado en las ideas que ahí surgían.
La marcha del tiempo de aquel programa se fue acortando cada vez más hacia el final y Don Andrés, sin decir palabra alguna, comenzaba a gesticular suavemente. Los movimientos involuntarios en su rostro, se hacían presentes y con ello, sonrisas sutiles y entrecortadas, acompañaban su ceño de seriedad. Así, eran las reuniones con él, plena concentración en las ideas que los analistas expresaban.
Era algo que él amaba: “reflexionar sobre la realidad de nuestro país”.
Al término de esta, volteó su mirada sobre mi persona y con un tono juguetón se dirigió a mí:
- Don Andrés: ¡Compita! ¿Cómo viste la reunión?
Mirando por unos instantes su mirada brillante y sagaz, pensé en una repuesta adecuada para él, “algo simple pero bien estructurado”; ya que, me mataba de curiosidad lo que me respondería:
- Pues, sinceramente, me generó curiosidad que le hayan puesto atención al tema de los “chapulines”, no por nada, anteriormente había mucha inconformidad al respecto, por parte de las bases de nuestro partido. Creo que la dirigencia está tomando de la mejor manera ese tema, ya que, ello nos puede diferenciar entre la política tradicional de la derecha, que básicamente entraban a la política para vivir del erario, con los que son los ideales / principios que aprendimos de nuestro presidente (dicho así, por respeto) Andrés Manuel López Obrador.
- Pero ¡OJO!, cabe aclarar lo que significa ser chapulín. No confundamos al pueblo a ras de suelo, que también ha sido utilizado para satisfacer los deseos más ruines de aquellos lideres que se aprovechan de la fe y la buena voluntad del pueblo. El vecino de nuestra cuadra pudo haber salido de otro partido, pero eso no lo vuelve malo o corrupto.
Más bien, el término “Chapulín” se refiere a aquellas personalidades que un día se dicen morenistas, pero trabajan para el PAN y reciben chayote de otro partido, solo por la “lanita”. Sin embargo, también son aquellos personajes de alta dignidad que suelen convertirse en tapetes humanos de los machuchones que brincan de un lugar a otro sin parar.
Es decir, le abren las puertas del partido a esos entes malévolos que un día “le mientan la madre” a nuestra presidenta y al siguiente, se ponen la gorra de morena, acompañando dicha acción de una sonrisa fingida y aires de neoliberal trasnochado.
Sin embargo, lo grave del chapulineo, es que, al momento de pasarse a morena, traen consigo los vicios y malas prácticas que hacían en su partido. No llegan a alinearse a los estatutos internos de nuestro partido, más bien, llegan imponiéndose sobre las bases y al final de cuentas, imponiendo también su voluntad sobre la militancia que ha trabajado muy duro para estar a la altura de la Cuarta Transformación (…).
Finde la primera parte, continuará en el siguiente capítulo.