La mañana comenzó con el corazón latiendo fuerte, los nervios a flor de piel y una sonrisa en el rostro de cada familia que ingresaba al auditorio del DIF Tlalnepantla, un recinto que, por unas horas, se transformó en un espacio mágico lleno de color, recuerdos y sueños.
El escenario era un espectáculo visual: globos dorados en forma de estrellas delimitaban la alfombra roja por la que, en minutos, caminarían los pequeños protagonistas del día. Cortinas coloridas, moños brillantes y luces suaves envolvían el lugar en un aire de celebración y ternura.
De fondo, la voz resonó con fuerza:
“Ha llegado el momento de despedir un ciclo lleno de aprendizajes, risas, juegos y momentos que quedaran para siempre en nuestros corazones, ¡Esto es primera llamada, primera!, así comenzaba la mañana, ¡Primera llamada, primera!”
Y así comenzaba el viaje de despedida.
Las familias tomaron sus lugares. Algunos padres apretaban las manos de emoción, otros limpiaban discretamente una lágrima de nostalgia. Había risas nerviosas, miradas cómplices entre maestras, fotografías desde cada rincón… se sentía el amor, el orgullo y la gratitud.
¡Tercera llamada, tercera!
La directora del Jardín de Niños Tepetlacalco subió al escenario con una sonrisa que lo decía todo. Con voz firme pero emocionada, dio la bienvenida a todos los presentes y compartió palabras llenas de cariño por este ciclo que termina, pero que deja huella.
Y entonces…
Sonaron los primeros acordes de “We Are the Champions” de Queen.

Uno a uno, los niños de tercer grado fueron subiendo al escenario. Cada paso era una mezcla de timidez, emoción y orgullo. Al llegar, una maestra los recibía y les colocaba con ternura una banda de graduados. Algunos miraban con asombro al público, otros buscaban a sus papás entre las filas. Cada que un niño recibía su diploma, un globo dorado se soltaba al cielo del auditorio, elevando con él los sueños que han crecido durante estos años.
Tras esta emotiva escena, los maestros rápidamente cambiaron la escenografía para dar paso al siguiente acto.
Ahora eran los niños de primero y segundo quienes, tomados de la mano con sus maestras, llenaban el escenario para interpretar “Volare”. La alegría invadía cada nota, y la inocencia de sus movimientos contagiaba a todos. Era imposible no sonreír con el corazón.

Enseguida, la maestra de tercer grado subió al escenario para compartir unas palabras que tocaron el alma. Mientras hablaba, de fondo sonaba “Hasta la raíz” en versión instrumental, haciendo vibrar cada emoción. Los ojos se humedecían con cada frase que despedía a esos niños que, hace apenas unos años, aprendían a decir su nombre y hoy se preparaban para escribir nuevas historias.
La música cambió. Era momento de “Que se pongan botas” y los niños de segundo llenaron el escenario con energía y ritmo. Los aplausos no se hicieron esperar.

Después, los niños de tercero tomaron el espacio para interpretar el clásico “Sobre las olas” de Juventino Rosas. Con cada giro del vals, se sentía el paso del tiempo, como si en cada nota se tejieran los recuerdos de sus primeros años escolares.

Entonces, un niño de segundo grado subió solo al escenario. El auditorio guardó silencio. Con voz clara y serena, dedicó unas palabras conmovedoras a los niños que hoy decían adiós al jardín. Mientras hablaba, sonaba “Un mundo ideal”, envolviendo el momento en magia.

Las luces bajaron y en la pantalla comenzó a proyectarse un video que arrancó suspiros y lágrimas: fotografías de los niños de tercer grado cuando eran pequeños aparecían dentro de una cajita animada, y luego, la imagen de cada uno en el presente, saludando con alegría, despidiéndose del jardín de niños que los vio crecer. Todo al ritmo de “Viva la vida”.
La emoción aún latente dio paso a la alegría cuando los niños de primero regresaron al escenario para bailar al ritmo de “Sopa de caracol”, celebrando la infancia con cada paso.

Y llegó otro momento especial: un alumno de tercer grado se colocó al frente para dar su mensaje de agradecimiento. Cada palabra que salía de su boca tenía el peso de la gratitud, de los recuerdos y del cariño. “Recuérdame” sonaba de fondo, haciendo que todos se quedaran en silencio, profundamente conmovidos.

Pero la clausura no podía terminar sin una última fiesta. Los niños de tercero volvieron al escenario con “Qué buen reventón”, derrochando alegría, soltura y energía. Al final, por parejas, la maestra fue nombrándolos uno por uno. Cada nombre era acompañado de aplausos, miradas brillantes y un nudo en la garganta.

Así, con música, con aplausos, con lágrimas de emoción y corazones llenos, culminó la ceremonia de clausura. Pero más que una despedida, fue una celebración de todo lo vivido, de lo aprendido y de lo que está por venir.
Porque los niños del Jardín de Niños Tepetlacalco no solo se gradúan, sino que se llevan consigo una infancia feliz, una comunidad que los abrazó y el amor de quienes los guiaron en sus primeros pasos.

¡Hasta siempre, generación Tepetlacalco 2022-2025! 🌟
Si deseas conocer más sobre nuestras actividades, eventos y el trabajo que realizamos con tanto amor en el Jardín de Niños Tepetlacalco, síguenos en nuestra página oficial de Facebook: @Jardín de Niños Tepetlacalco.
Somos una escuela de Gobierno Federal, ubicada en Camino Antiguo a Santa Mónica / Benito Juárez 11, Ex-Hacienda de Santa Mónica, 54050 Tlalnepantla, Estado de México.
¡Te esperamos con los brazos abiertos!