Las charlas de rutina VI
Por: Alfredo Elizarraras
El tiempo pasó y por un par de meses, me extrañó no encontrar a Don Andrés. Me comencé a preocupar, porque jamás pude considerar una opción sobre su extraña ausencia. Día y noche pasaba por el mismo lugar sin ningún resultado. Solo deseaba que estuviese bien.
Cierto día, cuando más preocupado estaba, por fin lo localicé, aunque en esta ocasión, su semblante no era el clásico alegre y bonachón que yo conocía. En estos momentos, lo vi pálido, cadavérico, cansado y ojeroso. Se notaba extraño, quizás preocupado o bien, un poco enfermo, no lo sé. En esos momentos, solamente pasó por mi mente la idea de saludarlo y preguntar ¿cómo se encontraba? Aunque fui un poco cuidadoso en la manera de abordarlo, ya que, no sabía que le había sucedido y mi obligación, era ser empático ante su situación.
- ¿¡Qué milagro Don Andrés!? Me da mucho gusto saludarlo nuevamente, me permite preguntarle ¿porqué de repente se desapareció? Hasta llegué a pensar que lo habían raptado los ovnis (soltando una risa juguetona). Permítame darle un abrazo, honestamente me fue sumamente extraño, no verlo por acá.
- Don Andrés: ¡Compita!, me da mucho gusto verte. Sinceramente, también extrañé nuestras charlas, pero mi ausencia no fue por gusto. Tuve una decaída de salud y tuve que atenderme. Fueron días difíciles para mí, porque a veces no dormía y en ocasiones llegué a pensar que ya no la libraba, pero bueno, lo importante es que ya andamos nuevamente por aquí. Pero cuéntame, ¿cómo va todo?
Entre mis delirios me dijeron que ya están abriéndole las puertas a los malosos. ¿Qué sabes de eso?
- Me da gusto que esté mejor Don Andrés, la verdad si quedé preocupado por no verlo durante tanto tiempo y ya sabe, siempre tendemos a pesar lo peor ante ausencias prolongadas. Pero, como le comenté antes: “me da gusto tenerlo nuevamente entre nosotros”.
Referente a lo que me pregunta, si es verdad, mucha banda está molesta porque precisamente está entrando mucha maldad a nuestro movimiento. A veces no entiendo porque nuestra dirigencia se equivoca así y prefieren relegar a quienes van trabajando de la mano con el pueblo, antes que impulsarlos para que todo mejore. Es una lastima que siempre terminan imponiendo a Judas, antes que a Jesús. Por eso los grandes movimientos se estancan y siempre terminan por corromperse.
- ¡Uyuyuy que mal compita! Sinceramente, nunca pensé que nos encamináramos a la clonación de nuevo sol amarillo, pero, así como están actuando arriba, no dudes que al rato terminaremos igual o peor.
Pero a ver, entendamos una cosa, no se trata de cerrarles las puertas en la cara ni mucho menos, ser intolerante. Sin embargo, tampoco es correcto meter a todos aquellos que, durante años, se han servido del pueblo y nos han tratado como tontos. Eso es una falta de respeto para las bases y todos aquellos que se esfuerzan día a día para cambiar las cosas.
Lo peor es, cuando les levantan la mano a los más barberos y huevones; a todos los que nunca se preocupan por la gente, más que cuando quieren un huesito. Ahí si ¿verdad?, todos los judas se vuelven bondadosos y se la pasan tomándose selfis para que la gente les crea que son buenos y honestos. ¡AHH! Pero ojo con lo que hacen, porque no se enfocan en resolver problemas sociales de las comunidades, solamente andan por las calles, regalando cositas para comprar las voluntades. Y lo peor es cuando los de arriba les creen sus mentiras y manipulaciones. Todo un auténtico circo compita.
La verdad, me choca cuando hacen eso y es debido a ello que en muchos lados permea el caos y no hay acuerdos. Les exigen exageradamente a los obreros, como lo que tanto dicen combatir, pero a los emperadores y chapulines, todo les justifican y los ponen en una burbujita de cristal, para que los desacuerdos no les afecte. Sigue un sistema de esclavitud, pero disfrazado de esperanza.
- Ya ni me diga Don Andrés, la verdad, a veces eso decepciona y por lo mismo, la gente se vuelve apática, pero hay que ser autocríticos, porque sino señalamos los errores, todo lo que hemos construido con el pueblo, se puede ir en picada. En eso le doy la razón Don Andrés y no hay nadie mejor que usted, para decirnos en que nos equivocamos. Ya que, bien lo dice el dicho: “quién no habla, no es odio por dios” y pues, hay que expresarnos, para el cambio no se detenga.
La charla se prolongó por un par de horas más. El día se fue llenando de smog y la gente pasaba por ahí, ante nuestra charla. La verdad, pese a su enfermedad, Don Andrés, siempre estaba tan exacto en sus aseveraciones, no por nada sus años como luchador social y su experiencia para hablar y dar a conocer sus ideas. Era siempre un deleite, escucharlo hablar y entender el sentido de sus pensamientos.