1° de julio del 2018
Por:Alfredo Elizarraras
Hablar del 1 de julio del 2018 equivale a considerar toda una construcción histórica de parte de AMLO, que, sin lugar a duda, fue parteaguas en la vida pública de nuestro país. Esa fecha, implica todo un rompimiento político con el viejo reduccionismo de buscar el poder por el poder, sin olvidar las negociaciones más burdas sobre los cargos públicos “hoy me dejas a mi y mañana te toca a ti, pero ¿ya sabes no?, dejándome mi pago, para que puedas estar”.
Es decir, el triunfo del pueblo, sobre la dictadura prianista que, por muchos años, concibió la pobreza como un fuerte negocio político y electorero. Un negocio que los mantuvo en el poder por tanto tiempo y, en consecuencia, pudieron hacer y deshacer leyes a conveniencia para poder robarse a gusto, lo que ellos quisieron. No por nada pudimos ver a un político del PRD, sacar una cuantiosa cantidad de dinero, para mantener en orbita un satélite.
Sin embargo, no solamente implica el rompimiento de una tradición política dictatorial y represora, también, nos lleva a reflexionar sobre los acontecimientos que derivaron de ello:
Un Estado que dejó atrás las cortinas de humo, las represiones y desapariciones en las marchas, el espionaje, las privatizaciones y en general, la destrucción de sus instancias, de manera intencional. Un Estado conducido por la honestidad de su presidente y ante ello, un estado protector de su ciudadanía y ¿porqué no decirlo? De su soberanía.
Aunque, por la parte transformadora, fuimos participes y fieles testigos de la politización social, que, desde mi perspectiva, fue uno de los aportes más importantes de la Cuarta Transformación. Un pueblo consciente de sus derechos y obligaciones como ciudadanía. Exigiendo y respetando la ley, bajo la misma consigna de un país mejor para todas y todos.
Así es, el tigre que fue temido por los anteriores presidentes finalmente había despertado. Lo anterior, después de tantas injusticias sufridas, por los políticos crueles y miserables que, bajo su desesperación por alcanzar el poder, mataron a quien estuvo en su contra o simplemente no compartían sus mismos principios.
Un tigre que se convirtió en el tope de los políticos acaparadores que, simplemente entraban al gobierno, para venderse al mejor postor y buscar beneficiarse de manera económica o bien, posicionando a sus familiares en algún puesto de elección popular. Siempre conducidos por la locura del poder y la terrible codicia que de ello se deriva.
Sin embargo, entrando más afondo sobre ello, la mejor manera de agradecer a AMLO, su constancia y conocimientos para destruir a la oposición, es la de conducirnos con honestidad y lucidez frente al poder. No solo eso, también la búsqueda las capacitaciones y el aprendizaje, así como nos lo mostró AMLO.
No sirve de nada decirnos seguidores de la 4T, sino tenemos intención alguna por capacitarnos y aprender más. No sirve de nada usar una gorra de AMLO con un ganso, si seguimos repitiendo los viejos de la política tradicional prianista: buscar el poder por el poder, para el beneficio mío y de todos mis familiares.
Ya que, NO SIRVE DE NADA VER LA MAÑANERA, si nuestros valores morales no aplican cuando corrompo la honestidad y la lealtad al pueblo. Ya que, no sirve de nada que ponga un altar con la imagen de AMLO, si continúo viciando la política de nuestro país y el protagonismo solamente lo uso, para beneficiarme.
Por ende, es fundamental que mantengamos firmeza en nuestros corazones y una ideología de honestidad, acompañado irremediablemente de la búsqueda de la justicia social. Ya que, mientras un pueblo sea ignorante de su contexto político, no tendrá la capacidad de liberarse de sus opresores.