En un par de semanas, vence el plazo para concretar alianzas electorales con miras a la elección del próximo 2 de junio.
Como era de esperarse, la chiquillada de los partidos políticos comenzó a presionar con fuerza para concretar coaliciones, si bien es cierto, las alianzas son un derecho de los partidos, la oferta política de cada uno es muy distinta.
De todos los partidos chicos, el caso de Nueva Alianza llama la atención por por dos razones: primero, su registro como partido local sigue impugnado en la sala superior del TEPJF y se prevé que lo pierdan en unas semanas, poniendo en riesgo a una posible coalición opositora ya en pleno proceso; y la segunda y más importante, no tienen nada que ofrecer, nada, pues apenas lograron 70 mil votos en lo individual en la pasada elección.
Para este partido local se terminaron las opciones, pues lejos de posibilidades de acrecentar su raquítico 2% de la votación, después de la elección de Gobernadora del pasado 2023, sus pocas estructuras huyeron hacia opciones electorales verdaderamente serias y competitivas.
Por ello, el disminuido dirigente no tiene más opción que tratar de chamaquearse al PRI y al PAN buscando concretar una candidatura común en la elección de diputaciones o ayuntamientos, pues tiene muy claro que si estos partidos no le regalan los votos de sus militantes, no hay ninguna posibilidad de lograr el 3% para mantener su registro.
No obstante el catastrófico escenario, se dice que en la negociación tendrá el descaro de pedir diputaciones pluris, regidurías e incluso encabezar un distrito y un municipio importante. ¿De verdad? ¿Con 70 mil votitos cree que alcanza para negociar su registro y posiciones?
El agandalle de NA en la coalición opositora no es nuevo, para la elección de Gobernadora insistieron en la candidatura común y al final los doblaron para firmar la coalición, esta vez no tienen mejor panorama y seguramente será igual.
Si se refrenda el triunfo de la Maestra Delfina en las urnas, MORENA va arrasar con carro completo el próximo 2 de junio; los dirigentes del PRI y el PAN deberán estar alertas y no dejarse someter por la chiquillada, pues con un voto duro y estructuras que los hacen competitivos, ¿qué sentido tiene regalar votación y prerrogativas que les serán indispensables para la elección intermedia del 2027?