La empatía en los actores políticos.
Por Alfredo Elizarraras
La empatía, es una herramienta de suma importancia para todo sujeto social. Ya que, es con ella, que desarrollamos la capacidad para comprender las emociones de nuestros prójimos.
Cuando desarrollamos la empatía, entendemos la tristeza, el dolor, la alegría o las situaciones por las que esté pasando una persona. Es como se dice comúnmente: “nos ponemos en los zapatos del otro”. Ya que, lo anterior es lo que la convierte en un elemento clave, para mantener el equilibrio social.
Equilibrio que, al ser alcanzado, puede ayudar a evitar tragedias, conflictos o situaciones adversas que pueden ser riesgosas, cuando no se saben conducir con prudencia y responsabilidad.
Un político empático con su medio entenderá la problemática social y actuará en consecuencia. Sabrá que hay necesidades que requieren de su atención y, por ende, pondrá sus energías, para que su intervención sea sumamente beneficiosa para la colectividad. Pero no solo eso, también sabrá detectar sus carencias y estudiará en consecuencia. Se mejorará así mismo, para ser cada vez más virtuoso en sus capacidades para decidir e intervenir.
Hecho que le dará la capacidad y experiencia, para gobernar y ser electo por la vía popular.
Pero, será una empatía que no solo se verá hacia el exterior, también lo será hacia sus adentros. Entenderá las necesidades de su núcleo cercano, actuará en consecuencia y no descansará hasta que la felicidad llegue, como máximo bien del pueblo.
Será la justicia social, aquel principio que mueva sus acciones, dirigidas claro está, con honestidad y lealtad al pueblo.
Es decir, entenderá que los puestos de elección popular no solo sirven para enriquecer a su basamento familiar o buscar el poder por el poder. Al contrario, templará su espíritu, para que la corrupción y el hambre de poder, no consuman sus entrañas. Sabrá gobernar para todas y todos y no solamente para sí mismo. Aspecto que dejó muy en claro nuestro presidente, al momento de tener un cargo tan honorable como el de ahora.
Sin embargo, cuando un político carece de empatía, es capaz de las peores atrocidades, para alcanzar el poder. Cada acción realizada, será para aplastar a quien se le cruce enfrente.
Su ansiedad de poder, lo llevará a los crímenes políticos más detestables. No buscará constancias de buena conducta, sino de mayoría, sin importar lo que se tenga que hacer.
Incluso su moral se verá mermada por su desesperación. Día y noche tendrá enemigos imaginarios y será su locura, aquella que conduzca sus acciones.
No le importará si les roba sus recursos a otros, su único interés, será estar siempre visible y que todos se empachen con su presencia. Se convertirá en el nuevo santo al que todos deberán rendirle tributos y ponerle una veladora. Sin embargo, será una estatua hueca, sin ideales ni moral para buscar la justicia social.
Es ahí cuando se debe tener precaución de no elegir a esos individuos desesperados por el poder y peor aún, si ellos son quienes representarán a un partido- movimiento de izquierda tan importante actualmente como lo es morena. Ya que, lo peor de sus actos, serán los que contribuyan al declive de la aceptación que tanto trabajo le costó a AMLO.