La salud de Andrés Manuel.
Por Alfredo Elizarraras
Hablar de la salud de nuestro presidente, es parte de una costumbre; que siempre ha estado presente desde que AMLO inicio su mandato. No por voluntad propia, sino por los dimes y diretes que la oposición ha hecho acerca de ello.
Dimes y diretes que se encaminan a desearle la muerte a AMLO y difundir un sinfín de noticias falsas, acerca de su estado de salud.
“AMLO falleció de un parto cardiaco”, “AMLO tuvo un paro cerebral del que no ha logrado recuperarse”, en fin, siempre buscan hacer amarillismo con su salud y bienestar.
Lo cruel en este caso, no es la invención en sí, sino el reflejo de un odio sumamente intenso, en contra del mandatario, que logró extenderse a su esposa e hijos.
Cada día y por la noche, se han dedicado a fabricar notas falsas que no tienen otro fin que, denostar, humillar, despreciar y discriminar públicamente a AMLO. No hay argumentación, ni mucho menos, debate. Solo, existe aquello que ellos creen pueden mermar su salud mental y moral.
Como bien lo dijo Lord Broder: “hay que saber pegar”; es decir, lo más duro de los ataques políticos, se da cuando logran afectar a la familia y en general, al círculo cercano.
Sin embargo, es algo muy común de la derecha conservadora: “La violencia en todas sus formas y el invento a toda costa de notas falsas que mermen la fuerza de algún político”. Ya que, es el único recurso que ellos tienen, para avanzar en el ámbito político.
Una actitud muy común que se replica de manera natural en la oposición. Lo vimos con el porro, quién con todo clasismo e ira en su corazón, acusó a un grupo de simpatizantes de morena por el color de piel y su modesta forma de vida, de rateros y les dedicó improperios sumamente fuertes.
Lo mismo con el famoso Lorenzo Córdoba, quién, también se burló de un grupo de indígenas. Cuando éste fue presidente del INE. Es decir, una idea línea de clasismo, aporofobia y demás fobias encaminadas a despreciar al pobre y las colectividades, para dar paso a la crueldad de la ambición política y la traición, indistintos de toda cercanía social.
Una crueldad que incluso, se vió REFLEJADA en Alejandra Del Moral, en dos momentos básicamente: 1. Cuando fue el debate y se la pasó denostando y tratando de pasar por encima de Delfina Gómez, burlándose de las comunidades indígenas y depreciando la persona de su interlocutora y el segundo, durante un acto de campaña con su grupo cercano: “¡Valientes!, Hagan lo que saben hacer, para bien o para mal. Queremos constancia de mayoría, no de buena conducta (…)” Es decir, el fin justifica los medios.
Una cátedra de odio y violencia al máximo. Sin argumentos y acciones políticas, dignas e inteligentes. Sin una gota de salud mental que ponga a la oposición en un pedestal de virtudes políticas. Al contrario, el uso de las notas falsas, como principio fundamental para la autosatisfacción y el manejo de una catarsis encaminada para sus adversarios.
Una oposición sin propuestas, y con una vana y vulgar búsqueda del poder por el poder. Una oposición indigna de nuestro México, honrado y trabajador. Una oposición sin principios ni valores morales. Una oposición llena de odio y prejuicios que utiliza su energía para destruir a sus adversarios, antes que para construir una vereda propia. Es decir, una oposición que se opone a la vida y en consecuencia, trata de consumirla, sin impedimentos morales. Siempre con absoluto lujo de impunidad y los peores vicios de la humanidad.