UNA HISTORIA SOBRE LA PROACTIVIDAD COMO ACTO DE REBELIÓN INTERIOR

Por: Fernando Lira Flores *

¡Hola de nuevo! Bienvenidos a esta columna de opinión, El Ser y la Nada. Hoy quiero invitarlos a reflexionar sobre un tema fundamental que a menudo pasa desapercibido: la proactividad.

¿Alguna vez te has detenido a pensar que todo aquello que esperas que cambie en tu vida… podría depender más de ti de lo que crees?

Cuando atravesamos momentos difíciles solemos señalar a otros: al gobierno, al sistema, al destino. Pero ¿y si el cambio más profundo comienza con lo que tú eliges hacer hoy, desde donde estás, con lo que tienes?

Este artículo no busca darte fórmulas mágicas, sino hacerte una invitación radical: recupera tu poder interior, esa chispa que convierte a la queja en acción, al miedo en decisión.

Cuando la rutina ya no alcanza

Imagínate a un alumno que asiste cada día a clase como quien se sube a un tren sin rumbo. Cumple, socializa, sobrevive. Hasta que un día su realidad lo sacude: su madre pierde el empleo y su padre deja de llegar a casa.

En medio de ese vacío, levanta la mano y pregunta: ¿Esto que estudiamos… me sirve para cambiar algo?

El maestro lo mira con afecto, pero guarda silencio. No por indiferencia, sino porque lleva años enseñando sin cuestionarse si ese siempre sigue teniendo sentido.

Y en ese silencio, más revelador que evasivo, se esconde una verdad poderosa: no basta con enseñar contenidos, hay que formar personas. Y no se forma desde la comodidad, sino desde el ejemplo.

La proactividad sería elegir antes que reaccionar

Stephen R. Covey, en Los 7 hábitos de la gente altamente efectiva (2020), no habla de escuelas, pero sí de lo que más necesitamos en ellas: el poder de decidir.

Su primer hábito es claro: sé proactivo. Entre el estímulo y la respuesta, hay un espacio. Y en ese espacio está tu libertad para elegir.

La mayoría reacciona con excusas o resignación. Pero quienes eligen ser proactivos, asumen su responsabilidad sin pedir permiso. Este artículo no trata solo de estudiantes o docentes. Habla de todos los que alguna vez nos preguntamos si lo que hacemos tiene sentido… y desde ahí, decidimos cambiar.

Más allá del contenido, el sentido

La pregunta del alumno no buscaba una respuesta académica, sino una respuesta humana.

Preguntaba por el sentido, no por el contenido. Y eso no se encuentra en libros ni en planes de clase, sino en el alma de quien enseña con el ejemplo.

Recuerde que: la historia que nos contamos cambia la historia que vivimos.

Las personas reactivas repiten frases gastadas como: Es que siempre ha sido así…No puedo hacer nada… Ya me acostumbré…

Pero las personas proactivas construyen una narrativa distinta:

  • “¿Y si soy yo quien puede empezar el cambio?”
  • “¿Qué puedo hacer desde donde estoy, con lo que tengo?”

Estas preguntas no se enseñan, se despiertan.

Entonces al educar, lo que necesitamos no son más protocolos, sino más preguntas

Carol Dweck (2006) lo expresa con firmeza:

  • Las personas con mentalidad fija creen que todo está determinado.
  • Las de mentalidad de crecimiento se arriesgan, aprenden, fallan y se reinventan.

Así pues, las personas proactivas no esperan el momento ideal -lo crean-. No necesitan garantías, construyen posibilidades. No son perfectas, son responsables.

Y esa es la educación que necesitamos: la que forma carácter, no solo profesionistas. La que enseña a elegir con conciencia, no a obedecer con miedo.

Si aquel maestro hubiera respondido, tal vez habría dicho: -No tengo todas las respuestas, pero sí la voluntad de buscarlas contigo-.

Eso también es enseñar. Eso también es proactividad.

Reflexionemos

No puedes cambiar el mundo entero hoy, pero sí puedes cambiar cómo decides estar en él. Puedes: Escuchar antes de juzgar, proponer en vez de quejarte, actuar, aunque no todo esté resuelto.

La proactividad no es heroísmo espectacular, es coherencia cotidiana. Es elegir bien… incluso cuando nadie te mira.

Cada día eliges:

  • Reaccionar desde la costumbre, o
  • Responder desde tu libertad.

Y esa decisión, aunque parezca pequeña, puede cambiarlo todo.

Les dejo con la siguiente cuestión: ¿Vas a esperar a que todo cambie… o serás tú el cambio que esperabas?

Nos leemos pronto en El Ser y la Nada.

Administrador de Baldemart y Asociados S.C. y docente desde bachillerato hasta posgrados en diversas instituciones educativas públicas y privadas.

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